No, no te echo de menos. No te extraño en las noches, ni las cálidas ni en las frías, porque nunca estuviste conmigo. A esa hora estabas con otro. Alguien a quien me aseguraste que no amabas, pero con quien siempre estás.
No, no te echo de menos. No idealizo nuestros viajes porque nunca los hicimos. Cuando tenías vacaciones te ibas con él, con ése a quien no amabas. No tenías tiempo para mí.
No, no te echo de menos. No te echo en falta a la hora de la comida, porque nunca comimos juntos, ni en la cena. Quizás algún desayuno en el que te podías escapar porque él estaba trabajando. Pero al ser siempre fuera y en distintos lugares, tampoco lo echo de menos.
No, no te echo de menos. No recuerdo a cada momento tus besos apasionados, tus caricias. Fueron pocas en relación al tiempo, y tampoco estoy seguro de que fueran ciertas. Quizás a él también se las dabas, y seguro que más que a mí. Por eso no puedo creerlas, porque de tu boca sólo salieron mentiras. De tu cuerpo momentos de urgencia, de tu piel el recuerdo de otra piel marcada a fuego.
No, no te echo de menos.Y sin embargo, cada día encuentro momentos en los que todo eso se olvida, en los que nada importa, en los que el sentimiento aflora y sólo aparecen los breves instantes en los que me hiciste feliz. Entonces, muy a mi pesar, te echo de menos, Laura. A pesar de saberte feliz con él.